jueves, junio 14, 2007

Venus

Desde los postigos de mis ojos se mira Venus,
de noche, de día, cuando ayuno, cuando vuelo,
cuando me hierve la sangre en el suelo,
cuado orino los postes de las esquinas,
es decir, en todo momento se mira Venus desde mis pupilas.

La he visto desde la azotea que me detiene el ascenso,
le miro tendido boca arriba, ya sea con ojos cerrados o entreabiertos.
Me ha medido las alas con su propia luz,
transformando mi camino en vuelo de unicornios negros,
me ha hecho volar con dragones y murciélagos,

me ha permitido retratarla de cerca y de lejos,
me ha sonreído dos veces por semana,
se ha introducido por mi ventana de nostalgias,
me ha contado su historia infinita en una noche,

me ha mordido los ojos con tanta ternura;
con esa ternura que me advierten los apretones de corazón,
con ese anuncio de lagrimas, para las cuales nunca estoy listo,
me ha poseído en ese lugar secreto que está detrás del Sol,
me ha contado chistes sobre Júpiter,
me ha declarado su amor por Marte, por Saturno y por los postigos de
mis ojos,
me ha llorado estrellas palpitantes de recuerdos,
y me ha decorado la cama con su cobijo

Todo esto me ha permitido Venus, ¿y yo?,
seguiré poniendo letras en los papeles blancos,
tal como Venus pone sus amarguras en los vértices
de mis ilusiones y de mi alma vida.

Desde las manchas de tinta, el mortal golpe de la indiferencia
Tzinacantli

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