Por: Arbol
Soledad Atzompa, Veracruz, México.
Ernestina Ascensión Rosario, de 73 años de edad, murió la mañana del lunes, 26 de febrero, a causa de lesiones en diversos órganos vitales, originados por una violación múltiple, cometida presuntamente por elementos del Ejército Mexicano en la comunidad de Tetlacingo, del municipio de Soledad Atzompa.
El informe del médico forense detalla que Ernestina Ascensión murió por fractura de cráneo, hemorragias internas y sangrado anal propiciado por una penetración múltiple. Por ello se inició la investigación asentada en las averiguaciones previas 140/07 y 471/07 en la Agencia Especializada en Delitos Sexuales y en la Agencia del Ministerio Público Investigador, respectivamente.
En las varias horas que duró su agonía en el hospital, a donde la llevaron luego de ser encontrada en muy mal estado el domingo en su vivienda, Ernestina culpó a los soldados por la agresión. Relató que fue golpeada, maniatada y violada por 4 militares.
Ante el hecho, los habitantes de esta comunidad náhuatl de la sierra de Zongolica amenazaban con linchar a los soldados que, en repetidas ocasiones, han abusado de la población indígena de esa región.
Los soldados acampados en la zona, pertenecientes a la 26 zona militar, permanecen desde hace más de un año en diversos puntos de la sierra de Zongolica debido a la presunta existencia en esa región de células del Ejercito Popular Revolucionario (EPR) y del Ejército Revolucionario de los Pueblos Indígenas (ERPI).
Apenas el 2 de febrero, elementos de la 26 Zona militar, en completo estado de ebriedad, habían destruido algunos cultivos de hortalizas y agredieron físicamente a los propietarios de las parcelas, por lo cual representantes del 63 Batallón de Infantería se vieron obligados a cubrir una indemnización de dos mil pesos a cada uno de los 6 afectados.
Indignados por la violación y homicidio de una anciana presuntamente por cuatro elementos del Ejército Mexicano, la mañana de ayer al menos 3 mil indígenas de Zongolica exigieron al gobernador del estado, Fidel Herrera Beltrán, el castigo a los responsables y el retiro de las fuerzas armadas acampadas en distintos puntos de la zona serrana.
Este episodio no es aislado, no solo por que se da en el contexto de una militarización subvertícia del país, como una supuesta estrategia para combatir al narco, sin embargo es evidente que su verdadero objetivo son los grupos guerrilleros y las zonas de mayor inestabilidad, donde pudieran darse movimientos sociales producto de la pobreza, la marginación y la sobre explotación; sino también por el alto grado de descomposición social, manifiesto principalmente en forma de violencia ejercida contra los sectores más vulnerables, como son: indígenas, mujeres, indigentes, niños, etc..
En una sociedad individualista que promueve la competencia entre sus miembros, bajo el paradigma de la producción y el consumo, la competencia se da no solo al nivel socio económico, sino también en la esfera de lo moral, es decir de los valores. Cuando un sujeto compite con sus pares y es desplazado o desechado su autoestima se devalúa y el sujeto se frustra, comúnmente la frustración se vuelca sobre quien se tiene o se siente tener alguna autoridad; buscando reestablecer su autoestima mediante el sometimiento y humillación de los más débiles, en un intento de reafirmar su superioridad.
Este es el trasfondo en el caso de los feminicidios en todo el país, no solo en ciudad Juarez, en donde mientras las mujeres son contratadas preferentemente por las maquiladoras, no solo por la especialización socialmente asignada a ciertos empleos, sino por las ventajas que trae a los patrones contratar mujeres:pues comúnmente son más rápidas, confiables, eficientes; además les pagan menos y las pueden correr por embarazo, aunque no sea un motivo reconocido por la ley; como consecuencia los hombres se frustra, pues socialmente se les asigna el rol de proveedores. Esa frustración, producida por las empresas, se convierte en violencia, sobre todo cuando está acompañada de drogas y alcohol.
Esto no niega la posibilidad de que existan asesinos seriales, redes de pornografía o de videos snof, por el contrario, lo posibilitan; pues la violencia desensibiliza a quien la ejerce, provocando un círculo vicioso de violencia, que culmina visualizando a los demás como objetos que pueden ser utilizados para el propio beneficio hedónico o económico.
Si a esto le añadimos las respuestas de las autoridades quienes no solo niegan el origen de la violencia, sino que incluso la fomentan al difundir el sexismo y el machismo por los medios masivos de información. La simulación salta ala vista con las comisiones investigadoras que nada investigan y a nadie informan, siendo los familiares quienes realizan las investigaciones de sus propias acusaciones y denuncias. Sin dejar de mencionar que en ocasiones, como en Atenco y Oaxaca son los policías y militares quienes por ordenes superiores arremeten brutalmente contra la población, mediante estrategias militares de contrainsurgencia con el objetivo de intimidar y provocar incertidumbre, inseguridad, desorientación, miedo, desconfianza, incredulidad, indignación, confrontación, culpa y reproches que engendran la división y minan la posibilidad de solidarización.
En los casos que hay testigos, existe una nula confianza en la autoridad, y la escasa información de los ciudadanos, que no saben a dónde recurrir cuando se enteran de este tipo de violencia, permiten que se siga generando.
Ante esta situación, en nada ayudan a terminar con esta ola de crímenes, declaraciones como las hechas por el alcalde de Juárez, cuando señala en conferencia de prensa sobre los asesinatos contra mujeres que "es imposible poder prevenir este tipo de crímenes, -porque- uno nunca se puede enterar de lo que pasa dentro de cuatro paredes". Esto es, confina al ámbito privado, un asunto que por la naturaleza de sus hechos es eminentemente público. Dicho de otra manera, no es ocultando ni negando este tipo de acontecimientos, como podemos resolverlos.
Esta es la oportunidad para hacer efectiva, en los hechos y no sólo en el discurso, la nueva Ley General de Acceso a las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, encaminada a proteger a las mujeres mexicanas, promulgada para que haya más justicia y menos impunidad.
En el caso de Ernestina, la Procuraduría estatal anunció la instalación de una mesa de diálogo con las organizaciones indígenas y autoridades municipales para impedir cualquier acción de los lugareños en contra de los militares apostados en la zona; pues amenazaron con linchar a los responsables, quienes se encuentran a disposición del Ministerio Publico
Y ante la delicada situación, Carlos Francisco Mora Domínguez, subsecretario de Seguridad Pública, aseguró que este “acontecimiento” no interferirá en las relaciones entre el estado y las fuerzas militares, así como tampoco en el Programa de Seguridad Federal, impulsado por Felipe Calderón, que se pretende realizar en Veracruz.
Minimizando el hecho, dijo: “son cosas que desgraciadamente ocurren en la sociedad”.
Con información de:
Laura Castro Medina / corresponsal (Comunicación e Información de la Mujer AC)
y
Malú García Andrade
Nuestras Hijas de Regreso a Casa
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