Te observo tan blanca... tan pálida, mujerinvierno,
recostada sobre la tumba de tu alma,
que no es tumba, que no es nada.
La noche es fría, el silencio eterno...
la soledad amarga. Invisible eres a mis recuerdos,¡no existes¡
¡no eres nada¡
Fantasma inteligible, tu cuerpo pálido y etéreo
se vuelve cenizas, putrefacción de fuego,
de ti misma.
En la noche las estrellas (como fuego en
el cielo) llueven sobre castillos de sombras,
que cubren tu cuerpo, que pudren tu alma.
Tan muerta, amor que no existes, te deseo
sobre la nada, en un susurrar de la verdad,
en la utopía de la esperanza.
Tu rostro ya inerte y pálido se transfigura en
la noche abstracta, donde la luna nace,
donde todo es nada, donde todo acaba.
El despertar de la vida es morir contigo,
ser tan frió como la noche de tus ojos vivos.
Cielos e infiernos... !al diablo, no creo en nada¡
En esta realidad de vidrios rotos y rosas marchitas,
nada existe, la claridad es falsa: y mientras
pasa el olvido y el silencio, quiero estar solo.
“Logos-Circulo-Siete”
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