Por: Tzinacantli
Instantánea la luz sobre las cumbres, las figuras fugaces en el cielo, en el epicentro de mi ventana las gotas lamiéndose unas a otras. Cada rama deslizándose de un lado para otro, de un punto hasta otro igualmente incierto. Más luces en el cielo, fugaces, instantáneas, crecientes, hermosas, luces que rebanan el cielo, luces que lo agrietan y lo embellecen.
Una esperanza, dos, tres. Tengo mucho de lo que pedí en el corazón, tengo otras cosas que no quería pero de las que soy culpable, cosas que no corresponden a tanto esfuerzo, ni a tanto dolor albergado, dentro de mi tortura, mi silencio, dentro de mi silencio, mi condena. Pero esta vez quiero despojarme de cualquier condena o castigo, he de dejar de lamentarme, para reconfortarme, porque también merezco un abrazo de mi cuerpo, una mirada mía hacia mi alma, también he de recibir de cuando en vez comprensión desde mis adentros. Leer más >>>
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