viernes, mayo 25, 2007

La voz de tu mirada

¡Que profunda voz la de tus ojos!

tan nítida, tan segura,

tan inmortal, audazmente perorando

con la niebla del milagro que añore,

vociferando colores, recuerdos, pasiones,

anhelos, virtudes. Virtudes que son tuyas,

que me pertenecen, que las poseo,

que las hago mías y es hasta entonces que sabes son tuyas.

¡Que profunda voz la de tus ojos!

y tu henchida lengua que lame los aromas de mi tierra,

las amarguras abismales de mis desvelos,

los sueños coloridos de mis neuronas medio muertas,

las dimensiones de mis paredes internas.

Que cerca me mira tu voz, esclava de tu henchida lengua,

que comunes y corrientes los oídos que la miran,

que ignominia el fingir que la comprendo.

Desde la manchas de tinta, el mortal golpe de la indiferencia

Tzinacantli

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