martes, abril 10, 2007

¿Quién me culpara?

¿Quién me culpara? Si en ocasiones, maltrecho, me arrastro buscando
el candor de un lecho amistoso.
Si me despierto con la cabeza sobre las rodillas y comienzo a caminar
por calles desoladas que la madrugada abraza. Despertando de un sueño
obtuso que comenzó en alcohol y murió en cruda.
Si arrojo al retrete el cadáver de un polluelo que no debía haber
nacido.
Si miro pornografí­a imaginando coitos y orgí­as con mis manos.
¡Dame la hora! Aun es temprano para el que quiere arrepentirse. Jamás
me arrepentiré de lo que haga. Mis decisiones han sido tomadas con
sabidurí­a y con obligación de vida y muerte.
Navegaré junto a espí­ritus libres, al lado de las voces que quieren
cambiar nuestro destino, a estas las aniquilare para que no causen mal a
nadie.
¿Quién me culpara?
Por escupirle a todo lo santo, por no arrodillarme ante las ideas póstumas.
Por patear a la moral y crear mi propia orientación en este mundo.
Por tratar de asesinar la rutina con mis uñas venenosas, con mis arpones
de locura.
Hay melodí­as que tocan dulcemente tu oí­do, hay otras que lo hacen con
tu espí­ritu y hay otras que lo hacen con ambos.
¿Quién me culpara?
Por proclamarme poeta, por convertirme en una flor del mal, por ser
anacoreta, por ser discí­pulo de muertos y sembrador de flores nuevas.
Por caminar sobre árboles e indagar en sus vastas ramas en busca de
los frutos -carne fresca- que me rejuvenece.
Por no mirar ya hacia arriba y por mirar siempre abajo para darme
cuenta de lo que sucede con lo demás.
Por dormir casi al amanecer leyendo, escribiendo y creando o jugándome
la vida en la distracción.
Por hacer el amor con la tempestad, por mojarme con la lluvia, por
preferir tanto la oscuridad como el dí­a.
¿Quién me culpara?
Por no saber donde esta el norte ni el poniente y guiarme con mi
instinto. Por no saber donde se pone el sol y así mismo quererlo tanto.
Por respetar la vida de las flores, por no matarlas para darle gusto a
quien no lo merece. Por darle las buenas noches a la luna.
Por creer en la libertad total y ser esclavo de mis ideas para poder
crear generaciones mejores, libres de basura.
Por cortarme el cabello aun necesitándolo largo. Por bailar con la
muerte en cada suspiro, por darle un beso y por dejarla enamorada.
Por escuchar ahora solo los lamentos de la tierra infértil, por buscar
mi reflejo en el agua contaminada con mierdas de polí­ticas y carroña
de religiones.
Por platicar con mi sombra y darme respuestas yo mismo.
¿Ya bebiste toda tu agua? Me da gusto saber que te nutres bien, pero
¿Por qué te autodestruyes?
¡Es que esa es mi filosofí­a y parte de mi naturaleza, no ves que solo
soy un medio para que la naturaleza nazca y muera!
Y ahora con flores que no se secan, que no tiran lagrimas por sentirse
muertas te haré una pregunta y me gustarí­a que fueras muy sincero.
Porque no he acabado de hablar, Porque no tengo derecho a callar.
Porque abandonare este poema después del punto final.
Porque revuelvo todo para comenzar a buscar, porque ya no tengo
pesadillas desde que maldije a dios.
Porque como adoro vivir anhelare morir.
Porque nadare entre nubes cuando por fin conozca el amor.
Porque seguiré amando la noche más que una piel, más que un regazo y
una vagina lubricada.
Porque mi esperma rodara por las cañerías hasta que llegue al mar a
fecundar.
Porque quiero dar a luz una nueva ideologí­a, por querer crear una
nueva generación de pensadores.
Por envejecer aun siendo joven, porque me saldrán canas y arrugas en
mi frente antes de terminar este poema.
¿Quién me culpara?
¿Tu me culparas?
¡Soy culpable! Si, soy culpable de haber nacido con mi mente enferma y
criminal, asesina de todo, por haber tenido el poder de ser poeta para
crear mi mundo y toda mi pasión.
¡Soy culpable! Pero aun me pregunto.
¿Quién me culpara?

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