Roberto Cordero Oropeza
El título de esta participación es una invitación dirigida hacia todo aquel que lea Aja Toro y encuentre, mientras lee, un motivo para estar en desacuerdo, para poner en marcha el proceso dialéctico implícito en el acto de dialogar. Entendamos el término dialéctico, no como el movimiento heraclitiano, que mejor se comprende como devenir, ni como la oposición y lucha de contrarios marxiana, ley recientemente formulada comparada con la historia de su propio origen, de uso corriente en el ámbito del discurso político socialista. Sino como, según se dice, se estilaba en la escuela erística inaugurada por Zenón, esto es, como arte de discutir. Y el concepto diálogo como pretexto para la participación irrestricta de los lectores dispuestos a practicar este arte, alejándonos de la acepción engañosamente dual que comúnmente se tiene.
Quiero iniciar esta reflexión partiendo de un punto que siempre me ha inquietado por diversos motivos y pienso que pueden ser una veta fructífera de preguntas, me propongo exponer uno de estos motivos y algunas preguntas que se le derivan. El punto de partida es, pues, la hegemonía del pensamiento occidental en sociedades cuyos orígenes no lo son totalmente; desde luego, si se habla del pensamiento, podríamos acercarnos a éste desde la psicología o la neurofisiología en particular y las ciencias biológicas o sociales en lo general. Para algunos es claro que toda disciplina que se configura con el aporte de personas cuya actividad es racional, metódica, sistemática, autocorrectiva, no dogmática que permite explorar, describir, relacionar, explicar y comprender los fenómenos de la vida social y natural; es decir, permite descubrir, construir o inventar el conocimiento es una disciplina científica particular que puede inscribirse en cualquiera de los dos cuerpos de la ciencia empírica o fáctica.
Por otro lado, si una vertiente de estudio del pensamiento es la empiria, otra es la ciencia formal, tal es el caso de la lógica que en esta taxonomía está acompañada por la matemática, la ciencia mayor por excelencia; sin embargo, todos hemos escuchado que la piedra angular de la sociedad en que vivimos es la filosofía, actividad humana que me proporciona el motivo para esta reflexión por ser considerada como la madre de todo conocimiento racional, y que aún no ha hecho acto de presencia explícita en este texto, así que la primera serie de preguntas que se me ocurre es ¿Qué es y cómo surge la filosofía? ¿Qué papel juega junto a la ciencia y a la matemática? ¿Es el camino más deseable para la organización de las sociedades no occidentales y su conocimiento? y finalmente ¿Se puede y debe comprender una sociedad híbrida como la nuestra desde la tradición filosófica greco-judeo-cristiana?
Un amigo sostiene que la definición más sencilla de la filosofía es: la actividad que se centra en pensar el pensamiento, esto, a manera de perogrullo, indica que no sólo las disciplinas científicas fácticas o formales se ocupan de este fenómeno, pero ¿qué diferencia existe entre la forma de estudiarlo o de pensarlo? en el entendido de que todo estudio requiere el uso del pensamiento como herramienta para la generación de conocimiento sobre algo, en este caso ese algo es sí mismo; sin embargo, no todo pensamiento brinda conocimiento, ni todo conocimiento es racional, ni todo lo racional es infalible, ni todo lo infalible es verdad, ni toda verdad es real.
Así que debe ser más precisa la definición si pretende esclarecer algo de este embrollo, para ello, me ceñiré a emitir una definición conceptual-constitutiva: la filosofía es la actividad humana que se ocupa de establecer el lugar del hombre en el mundo en términos categóricos, en otras palabras, la filosofía se ocupa de los diferentes campos de la actividad propiamente humana acotada por preguntas específicas a las que intenta dar respuestas universales, estas son entre otras, la pregunta sobre la correcta conducción del género humano (ética), sobre la conformación de lo bello (estética), sobre el origen del conocimiento (epistemología), sobre lo que hace a las cosas ser las cosas que conocemos (ontología) y sobre lo valido de los razonamientos (lógica).
No faltarán las aportaciones para completar o corregir esta lista y para responder la segunda parte de la primera pregunta de la serie, que no abordo para dar paso a la replica, mientras tanto mencionaré que la característica de toda ciencia, a diferencia de la filosofía, es la de centrarse en un objeto de estudio particular; para continuar con el ejemplo del estudio del pensamiento, la psicología se encarga más del producto del pensamiento que de su origen o validez, que están más reservadas a la epistemología y a la lógica respectivamente; desde luego, esto no quiere decir que la una no se ocupe en cierto grado del ámbito de la otra, tal es el caso de Piaget quien da una respuesta psicológica a una pregunta epsistémica.
Dicho sea de paso, la lógica que es considerada hasta el momento una disciplina filosófica reclama su lugar dentro de las ciencias particulares como derecho propio pues a lo largo del siglo XX sus avances han sido más amplios que en toda su historia al asociarse con la matemática cuyos trabajos se orientan en cuatro direcciones 1) la teoría de las demostraciones, 2) la teoría de los modelos, 3) la aritmética recursiva y 4) la teoría de conjuntos. Fundamentalmente todas se ocupan de la expresión del razonamiento, que es la forma de pensamiento mas elevado, de manera formal.
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